domingo, 7 de julio de 2013

EMPRENDEDORES HISTORIAS REALES

“Pará, loco, que este negocio no es para mí”

CÓMO ERA Y CÓMO ES
Hasta hace un tiempo atrás, bastaba con tener algo de olfato y grandes dosis de perseverancia para ser comerciante, industrial o prestador de servicios medianamente exitoso, aquel que tenía un poco de imaginación copiaba o inventaba algo y si se ponía a hacerlo con esfuerzo y tesón, lograba su objetivo.
Vimos casi siempre progresar en la industria, el comercio o la prestación de servicios a nuestros vecinos que no eran ningunos genios, no hacían ningún plan de negocios ni habían oído hablar nunca del marketing.
Y, sin embargo, les fue relativamente bien, hicieron dinero, hoy se hace evidente que no es tan fácil emprender alguna actividad independiente.
Es más: vemos aparecer y desaparecer a nuestro alrededor gran cantidad de negocios, y tal vez hayamos tenido alguna experiencia propia.
En las condiciones actuales en las que se desenvuelve la economía, con poca capacidad de compra por parte de los consumidores,  un negocio exitoso exige de nosotros más capacidad que la que pusieron nuestros antecesores.

Esta historia me la contó mi amigo el contador José Iturrioz:


 Un día apareció mi amigo Ricardo, con quien tuvimos el siguiente diálogo:
—José, vos que sos contador y les llevás los papeles a los comerciantes del barrio, ¿te parece que puedo estar en condiciones para que un banco me dé un préstamo?
—Sí, Ricardo, vos tenés una profesión (electricista), casa, auto y estás inscripto en la AFIP y pagás todos tus impuestos.
Te van a pedir si tu facturación demuestra capacidad de repago, te van a otorgar un préstamo de acuerdo con tus ingresos. ¿Necesitás mucho?
—No, cinco mil pesos.
—¿Vas a arreglar tu casa? Porque si es así, por ahí hablás con el del corralón…
—No, es para poner un negocio…
—¡Ajá! Y el préstamo es para completar lo que ya tenés.
—No, yo no tengo más plata…
—Entonces lo vas a hacer con algún socio, ¿quién es?
—Sí, lo voy a hacer con mi hijastro.
—Ajá, ¿y el tiene algún ahorro?
—No, el socio “capitalista” soy yo...
—Bueno, me parece que no estoy entendiendo bien.
 ¿Vas a poner un negocio con tu hijastro con solo cinco mil pesos?
—Sí, esa es la idea.
—Vení, sentáte, vamos a tomar unos mates, contáme…
Entonces, Ricardo me contó sobre su negocio.
Lo que él necesitaba de dinero lo invertiría, en su totalidad, para pagar la llave, ya que era un negocio en funcionamiento y la mercadería en existencia podía abonarla en cómodas cuotas, etc.
En ese momento le dije que no estaba planeando bien el negocio.
Primero tenía que tener en cuenta que no podía seguir con el negocio a nombre del dueño
anterior por un problema de seguridad  y, por lo tanto, debía llamar a un gestor para habilitarlo a nombre de él o de la sociedad con el hijastro; para esto debía realizar un nuevo contrato de alquiler, con dos meses de depósito, un alquiler adelantado y gastos de inmobiliaria; además, debía inscribir la sociedad en AFIP, pagar el primer Monotributo, inscribirse en rentas y pagar el anticipo. También, que tendría que comprar mercadería porque el vendedor no le dejaría mucha ya que se la tenía que financiar, etc.
Cuando la suma de los gastos en que debía incurrir llegaba a un total de quince mil pesos, mi amigo Ricardo dio por terminada la reunión diciéndome:
Pará, loco, que este negocio no es para mí”.
              Razones del fracaso de Ricardo:
  • 1)  No conocía los gastos necesarios para comenzar el emprendimiento.
  • 2)  Quería pedir un crédito antes de saber cuánto capital necesitaba realmente.
  • 3)    Desconocía los aspectos legales y contables del negocio.
  • 4)   Eligió un socio por afecto y no por capacidad emprendedora.
  • 5)   Encaró un negocio en un rubro que desconocía.
  • 6)   Se asustó y no concretó ningún emprendimiento.
Esta nota está extractada del libro 100 maneras de fracasar en un emprendimiento.... y como evitar que vuelva a ocurrir editado por el PARAGUAS CLUB 

Ver: para qué sirve un plan de negocios