Me cuesta imaginar que quienes, con una sonrisa son capaces de hipotecar el futuro y los sueños de otros a tasas altísimas, son los mismos ciudadanos intachables que luego llegan a sus casas, abrazan a sus hijos, juegan con sus mascotas, pasean tiernamente con sus parejas y se preocupan por la inseguridad existente.
¿Quién se ocupa de la
seguridad de los desesperados que con un sueldo que no alcanza para cubrir las
necesidades básicas tienen que recurrir a estos préstamos?
La respuesta, si se me permite el idealismo,
debería ser el Estado, (excluyendo amiguismos y compromisos políticos) con
créditos de poco dinero y a tasas asequibles, que le generen una erogación de
dinero mínima -casi nula- (pero con una obligación de conciencia en devolverlo),
esto generará una ganancia segura: poder combatir una mafia que trabaja a plena
luz del día contra los que menos tienen.
Es necesario un cambio de
mentalidad, un cambio cultural profundo, pero posible.
Debemos admitir que ..." el
dinero no es todo " y reconocer el rol importante que la confianza, la
solidaridad, la cooperación, la buena comunicación y la sinergia grupal juegan
en la obtención de progreso y bienestar.
Las situaciones de crisis y escasez nos hacen
descubrir nuevas maneras de hacer las cosas, crear nuevas herramientas y ponen
a prueba nuestra capacidad y energía para llegar a destino.
DEFINIENDO EL PROBLEMA
Personas de mediana edad con un buen nivel
educativo, que fue desplazada del ámbito laboral. Profesionales, comerciantes,
pequeños empresarios, industriales que no encuentran oportunidad de volver a
insertarse, a pesar de los conocimientos, habilidades y o bienes que disponen.
La
cuestión es que, si este problema sigue y se profundiza, las posibilidades de
recuperación de este grupo social, son cada vez más difíciles y se desperdician
recursos valiosos para cada uno en particular y la sociedad en general.
Nada nos impide emplear estrategias innovadoras e inventar nuevos modelos
de producción, apuntando a distintos nichos de mercado.
Estamos seguros que puede haber desarrollo económico si se reorganizan
los recursos, si se promueve y se coordina una adecuada comunicación entre
sectores alejados, si se potencia tanto la asistencia pública como la privada y
sobre todo si se valora la capacidad emprendedora de las personas. Reconocer y aprovechar adecuadamente la gran
riqueza existente en la sociedad, exige el especial adiestramiento de operadores
para poder reconocer el potencial de personas y lugares y ayudar a activar allí
esos recursos.
Potenciar la solidaridad como un recurso
inteligente.
El capital y los recursos necesarios para el inicio de este cambio
cultural, podemos encontrarlos en la inmensa cantidad de ciudadanos
desocupados, en los edificios abandonados o subutilizados, en los créditos y
subsidios mal distribuidos o malgastados en la gran Cultura de empresa existente pero no tenida en cuenta ni potenciada
que componen los conocimientos, competencias y experiencias de los productores,
las capacidades empresariales de riesgo, invención e innovación y las
tecnologías simples y accesibles.
La característica central de este
sector de la población es, a diferencia de los pobres estructurales, la posesión de un capital social y cultural.
Las familias de clase media, al
encontrarse en situación económica difícil, están (aparentemente)
en mejor situación a la cual pueden recurrir para llevar adelante estrategias de
supervivencia.
A su vez, el origen social, la educación
recibida, el tipo de experiencias y las
posiciones ocupadas en distintos ámbitos sociales van forjando determinadas
percepciones, valores y comportamientos diferentes que dificultan la búsqueda
de estrategias para enfrentar situaciones
adversas.
Sin
embargo, la posesión de este capital permitiría hacer una diferenciación
importante, ya que constituye un punto de partida diferente para pensar
estrategias de desarrollo sustentable.
Pensando no solo en los destinatarios
directos sino como motor que permita recuperar recursos ociosos y generar
puestos de trabajo genuinos.
EXPONIENDO LA IDEA
Generar trabajo a
partir de los recursos ociosos de la gente.
Interconectar
personas con sus conocimientos, experiencias y bienes; a fin de que se creen
pequeñas empresas económicamente rentables.
Potenciar la solidaridad como un recurso
inteligente.
A la mayoría
de nosotros nos da vergüenza pedir, cuando en realidad lo que requerimos es un
marco adecuado para poder tomar nuevamente impulso y salir adelante, creando
nuestro propio trabajo, generando riqueza, volviendo a tejer la trama social,
con una mirada diferente sobre esta distinta realidad.
Los invito a aprender a hacerse nuevas preguntas y a dialogar sobre sus
sueños, proyectos y realidades posibles, las que en la medida que se compartan
pueden construirse junto a otros, aprovechando los recursos disponibles.
Leo Socolovsky
Estimados Amigos: